jueves, 15 de julio de 2010

"Hechizo de Amor" de Johana Ferreyra

Hechizo de amor

Para Ariel Carrasco que colaborò con la elboraciòn de este cuento...


Hace mucho tiempo, en una isla muy lejana, radicaba El Comendador Antonio, era egoísta, caprichoso y malvado, era tan malvado que un hechizo a una bruja encargó, consistía en que todas las doncellas de la isla, de él se enamoraran.
Rosaura, una jovencita simpática, humilde, se encontraba perdidamente enamorada del Señor. Todas las tardes vestía con el más elegante y precioso vestido que su madre, con mucho amor, lo elaboraba, Rosaura pasaba horas y horas acomodando su larga cabellera y peinetón.
Finalmente salía de su casa, dirigiéndose a los jardines del Comendador para recoger las más hermosas y alagadas rosas, y así, poder adornar su habitación.
Una tarde de Enero, la doncella se encontraba en su cuarto, encerrada entre cuatro paredes, añorando los pétalos de rosas de los jardines de su Señor. Decidió levantarse y, marchó para ver a su gran amor.
En los balcones del palacio, se encontraba Antonio, dirigiendo la mirada hacia su jardín. Allí, entre los rosales, la vio, pues ambos se miraron, Rosaura bajó la mirada, y con un lagrimón sobre su rostro, marchó camino a su casa.
El Señor Comendador no entendiendo la situación, miró a la joven marchando, hasta que su figura desapareció, sólo guardo en su corazón aquel rostro que tanto anheló
Pasaron los meses y nada se supo de los dos. Una tarde de Septiembre, ambos se cruzaron y sus miradas entrelazaron, sus pasos aumentaron y frente a frente se encontraron.
Ella, mirándolo fijamente a los ojos exclamó:
-Porqué es tan cruel mi señor, usted no sabe como sufro por su amor, por favor téngame compasión.
Tomando de su mano el Comendador respondió:
-Yo ya tengo un amor, le pido perdón, aléjese de mí.
Rosaura con lágrimas sobre sus mejillas añadió:
-No me dejes ir mi señor, tiene que entender que lo amo como nunca nadie lo amó.
Muy enfadado Antonio respondió:
-Pues vete, cuantas veces te lo tengo que decir.
-Pues me iré lejos, para matar este amor que me mata, este amor que me condena… o tendré que matarlo para acabar con el hechizo. Pero lo amo demasiado como para matarlo, mejor me marcharé, el tiempo curará las heridas de tu amor. Tristemente exclamó la doncella.
Antonio muy pensativo y angustiado contestó:
-El tiempo, mi doncella, no cura las heridas de amor, solo disimula un gran dolor.
-Pues me iré lejos, en busca de otro amor, que sepa amar como yo.
Antonio tomando su caballo contestó:
-Haz lo que tu corazón diga, pero no lo que ordena, doncella de mi corazón.
Ella partió, dejando sin querer el hechizo por cumplir. Pues el comendador, sin que nadie lo alabase, comenzó a extrañar aquella alma que dejó partir, sin siquiera darle una oportunidad de amar. Pero al fin y al cabo, ella cumplió con su deseo, ya que el señor Comendador murió de amor por ella, sin saber ésta que lo había matado y aquello que creyó amar, el nuevo amor la fue abandonando.
Cuando Rosaura se enteró que su eterno amor había marchado, tiempo después ella murió para estar a su lado.


Autora: Johana Marcela Ferreyra

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