martes, 19 de octubre de 2010

El Túnel de Ernesto Sábato

EL TÚNEL
Del argentino Ernesto Sábato.
“... en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario:
el mío.. “
BIOGRAFÍA
Ernesto Sábato
(1911- ), novelista y ensayista argentino, cuya obra se caracteriza por un profundo contenido intelectual sobre la difícil separación entre las nociones del bien y del mal, y por un estilo brillante e inquietante.
Nació en Rojas (Buenos Aires) en el seno de una familia de inmigrantes italianos. Se licenció en Física y Matemáticas en la Universidad de La Plata; después de doctorarse en 1938, viajó a París para trabajar en los laboratorios Joliot-Curie. Entró en contacto con el surrealismo, experiencia trascendente en su vida ya que decidió adentrarse en los territorios más oscuros del arte apoyándose en el lenguaje del inconsciente y en los métodos del psicoanálisis. Regresó a Argentina en 1940 como profesor de la Universidad Nacional de Buenos Aires. En 1945 publicó unos artículos en el periódico La Nación atacando el régimen de Perón, por lo que se vio forzado a abandonar la enseñanza.
Estuvo retirado durante un año y el resultado fue el libro Uno y el universo (1945), una colección de artículos políticos, filosóficos en los que censuraba la moral neutral de la ciencia heredada del siglo XIX. Esta desconfianza en la ciencia le llevó a investigar sobre las posibilidades que ofrecería la literatura para analizar problemas existenciales, y el fruto fue la novela El túnel (1948) en la que el narrador describe una historia de amor y muerte en la que muestra la soledad del individuo contemporáneo. A Sábato le interesa reflexionar sobre la locura, comprender el motivo por el cual el protagonista mata a la mujer que ama y que es su única vía de salvación. La obra tuvo una gran aceptación y sirvió para calificar a su autor como una inquietante y original personalidad literaria.
Sobre héroes y tumbas (1961), considerada la mejor novela Argentina del siglo XX, fue su siguiente obra y le consagró como escritor universal. En ella quiso indagar “las verdades últimas (y muchas veces atroces) que hay en el subsuelo del hombre” vertió sus obsesiones personales en una clara introspección autobiográfica en medio de las reflexiones sobre la historia argentina; todo a lo largo de la obra se va haciendo negativo, pesimista, sin salida. La novela muestra a los últimos representantes de una familia oligárquica venida a menos, en la que se intercala la historia de los seguidores del general Lavalle que una vez derrotados llevaron el cuerpo muerto de su jefe al exilio; en un tercer plano argumental pero vertebrado de la estructura del libro e imprescindible para el conocimiento del personaje central, Fernando, está el `Informe para ciegos' que a veces se ha publicado como pieza autónoma; se trata de una pesadilla que sufre Fernando culpabilizándose por un incesto cometido y que lleva al autor a introducirse en los abismos infernales más perturbadores, combinando elementos tomados del surrealismo, Nietzsche, Jung y Freud.
Aún siguió reflexionando sobre las posibilidades de la novela en Abaddón y el exterminador (1974) de corte autobiográfico más acusado, con una estructura narrativa aparentemente fragmentaria, y de argumento apocalíptico en el cual las potencias maléficas rigen el universo y es inútil la resistencia.
Su compromiso civil, en defensa de la democracia y del respeto a los derechos humanos, se muestra en ensayos como El otro rostro del peronismo, El caso Sábato, Torturas y libertad de prensa, Carta abierta al general Aramburu (1956), La cultura en la encrucijada nacional (1976); en 1985 presidió la Comisión Nacional que publicó el informe Nunca más sobre la represión llevada a cabo en Argentina por los gobiernos militares desde 1976 a 1983. Toda su reflexión sobre la literatura y especialmente sobre la novela la ha plasmado en ensayos tan significativos como El escritor y sus fantasmas (1963) y Aproximación a la literatura de nuestro tiempo: Robbe-Grillet, Borges, Sartre (1968). Sábato ha recibido el nombramiento de Caballero de la Legión de Honor de Francia en 1979, y el Premio Miguel de Cervantes en 1984. Desde hace años, la pérdida progresiva de la vista le ha alejado de la escritura, aunque ha descubierto la pintura y a ella dedica gran parte de su tiempo.
TEMA Y MENSAJE
En la obra El túnel, Sábato describe una historia de amor y muerte en la que el objetivo es mostrar la inmensa soledad del individuo en la época actual. El valor de la obra radica en su vigencia contemporánea, ya que hoy más que nunca la sociedad y la forma como esta se organiza tiende a volver a los seres humanos, egocéntricos y egoístas, produciendo seres solitarios. A esta situación se suma la importancia dada a los medios de comunicación como el Internet que niega la socialización de las personas y reafirma al individuo conectado a una red.
CLÍMAX
El clímax de esta obra se reduce en el momento en que Juan Pablo llegar a la estancia y se quedó esperando fuera pues vio las luces encendidas. Un tiempo después vio que María salía del brazo de Hunter a caminar - sintió que el cielo se le venía encima- Comenzó a llover y ambos entraron a refugiarse en la casa. Las luces del primer piso se apagaron. Luego de un pequeño tiempo la luz del cuarto de Hunter se encendieron, Juan Pablo esperabas que pronto se encendieran las luces del cuarto de María, pero jamás pasó, Juan Pablo supuso que se acostaron juntos. Entonces decidió entrar por la terraza, al hacerlo encontró que María ya estaba en su cuarto, abrió la puerta y con un cuchillo en la mano entró, María solo pudo preguntar que hacía ahí, entonces Juan Palo la mató clavando el cuchillo en el pecho de María y luego varias veces en su vientre.
¿ POR QUÉ “EL TÚNEL” ?
Porque así es como el protagonista describe su vida, como un túnel largo y oscuro; donde lo oscuro es su alma llena de desesperanza donde el amor para él es algo inalcanzable porque pensó que Maria estaba junto a él; pero termino dándose cuenta que los dos iban en túneles diferentes.
DESCRPCIÓN SPICOLOGÍCA DE PABLO CASTEL
Juan Pablo Castel es una persona que en ciertos casos puede ser muy introvertida, alguien que ha sentido vivir siempre solo, hasta que conoce ha María de quien se enamora y quien trae a su vida cierto sentido de compañía y comprensión. Juan Pablo es, talvez, un ermitaño que durante toda la obra demuestra su sentimiento de asco por el mundo, sus bajezas, sus vanidades, sus hipocresías... Es una persona muy complicada, un paranoico en ocasiones. Puede llegar a ser muy violento, pero también muy frágil e inestable, es un ser ambiguo, coflictuado por la conciencia de sus desequilibrios. Su sicología es muy complicada y extremadamente sugestiva.
JUICIO VALORARTIVO DEL PERFIL SPICOLOGÍCO DE MARÍA IRIBARNE
María Iribarne mujer joven, mirada penetrante y muy dura en ocasiones.
María durante toda la novela lleva siempre muchas incógnitas, es un personaje sombrío y misterioso. Nunca se sabe con certeza que es lo que piensa, ni como vive, ni lo que en realidad siente... María vive un intenso romance con Juan Pablo pero siempre tras la cortina de sus misterios y las dudas y sospechas de su amante.
EXPLIQUE LAS APTITUDES DE ALLENDE
Allende quien es el marido de María, es un personaje sumamente confiado, ingenuo, crédulo y seguro del amor de María; esté se encuentra intensamente enamorado de su esposa.
¿CUÁL FUE EL DETONANTE DE CASTEL?
El detonante de Juan Pablo Castel fue desde un principio su actitud de desconfianza ante el mundo y sobre todo ante María, llevándolo a caer en conjeturas no bien fundadas y la falta de comunicación; porqué de haber sido lo contrario a las actitudes que él tomo se hubiera podido evitar el asesinato de María.
¿ JUSTIFICA USTED LAS APTITUDES JUAN PABLO CASTEL?
¿POR QUÉ?
No, porqué sus inaceptables actitudes vienen como secuela a su obstinación racionalista que culmina en le elaboración de suposiciones no bien fundadas rematando toda posibilidad de comunicación con cualquier persona.
BREVE REFLEXIÓN SOBRE LA INFIDELIDAD
La infidelidad es el resultado del desgaste del amor o de la falta del mismo, porque una persona que verdaderamente ama a su compañero(a) no tendría la necesidad de buscar nada mas en ningún otro cuerpo.
La infidelidad es una falta de respeto a la persona engañada y al mismo que la realiza, porque nadie tiene el derecho de jugar con los sentimientos de una persona ni hacerla perder su tiempo e ilusiones haciéndola creer que es la única que ocupa un lugar especial en su corazón
Una persona infiel es alguien indeciso, inseguro de sí mismo y de lo que siente, alguien que no merece el respeto ni el amor sincero de nadie.

Facundo de Sarmiento

“Como casi todos los textos de Sarmiento, Facundo responde a una circunstancia precisa e inmediata; como casi todos ellos, también la trasciende, ampliando la motivación concreta”. Así describen en sus apuntes Zanetti y Pontieri el proyecto y propósito del Facundo de Sarmiento. Este libro, que comenzó a publicarse como folletín el 1° de mayo de 1845 en Chile tiene tres objetivos principales, que pueden reunirse en:
explicar la problemática de la realidad nacional de acuerdo al orden histórico, geográfico y social, estudiando la vida de Quiroga para comprender el gobierno de Rosas,
remarcar la poca atención y la crítica que el país recibe por parte de Europa,
movilizar al lector a la acción, incentivarlo a un proyecto de progreso que lo saque de la oscuridad en la que vive.
Además, Sarmiento relata en esta obra una historia que entrelaza tres conceptos fundamentales: Facundo Quiroga, Juan Manuel de Rosas y el país de los argentinos. A Facundo le corresponde una biografía no cronológica ni completa, sino mas bien una basada en hechos y anécdotas que permiten resaltar sus características; a Rosas, una permanente crítica a su persona, su gobierno y sus actos; a la Argentina, un análisis de su situación desde el plano político y social.
Ya desde la introducción, Facundo aparece en su máxima expresión: una “sombra terrible” a la que se evoca, a la que se pide respuestas por el presente dramático. Más adelante, bajo el sobrenombre del `Tigre de los Llanos', se muestran sus características salvajes y dominantes que infunden miedo a la gente. Cerca de su muerte se percibe una `transformación' en la conducta de Facundo en Buenos Aires: aparece más tranquilo y educado, con modales de señor y preferencias europeas (que se notan en su forma de vestir y de vivir, por ejemplo). Sin embargo, en Barranca-Yaco y la campaña reaparece su violencia y salvajismo.
En la introducción se plantea a Facundo como un fantasma inmortal, un ser que, aunque muerto, sigue vivo en el recuerdo popular, casi mistificado y eterno. A él se recurre frente a la necesidad de soluciones (“te levantes a explicarnos [...] de un noble pueblo”) y a él se lo compara, irónicamente, con la figura de Rosas (“... su heredero, su complemento”). Este Facundo ha tenido una muerte muy violenta y sangrienta (“sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas” y “trágica muerte”) que Sarmiento explica detalladamente en el capítulo XIII `¡Barranca-Yaco!'. Las primeras características que se le atribuyen a Facundo son el instinto, la tendencia, la iniciación, a diferencia del “sistema, efecto y fin” de Rosas. Luego de tildarlo de bárbaro, provinciano, valiente y audaz, Sarmiento explica que Facundo fue lo que fue “no por un accidente de su carácter, sino por antecedentes inevitables y ajenos de su voluntad”, que lo convirtieron en “una manifestación de la vida argentina”, en “el tipo más ingenuo del carácter de la guerra civil de la República Argentina; la figura más americana que la revolución presenta”.
El capítulo V `Vida de Facundo Quiroga' comienza con un relato anecdótico del acecho de un tigre muy temido a un gaucho que escapaba por las tierras de San Luis y San Juan. Este gaucho es Facundo, y él mismo cuenta la anécdota a unos oficiales. Es en este capítulo en el único que se deja ver el miedo de Facundo, que durante toda su vida se presenta con una temeridad apasionante: “Entonces supe lo que era tener miedo”, confiesa, frente al peligro que fue que le tigre casi lo matara. Si bien, como ya se dijo, esto es una mera anécdota, la permite a Sarmiento introducir el apodo que recibe Facundo en vida: el `Tigre de los Llanos'. Sarmiento comienza así una descripción física de Facundo (caracterología) en la que constantemente remarcará la apariencia sombría de su cara y, por extensión, sombría y misteriosa de su persona. Con la visión cientificista de la época, Sarmiento establece la posibilidad de la existencia de semejanzas entre el tigre y Facundo, influenciada por el ambiente, o sea, el campo y la naturaleza salvaje. Más tarde se agrega otra anécdota en la vida de Facundo: de pequeño y en la escuela, golpea a su maestro que lo “quiere mal” y se escapa y esconde por tres días. Otra vez, Sarmiento no la escoge al azar, sino para luego poder dar su opinión de la imagen que él quiere dar de Facundo (“¿No es ya el caudillo que va a desafiar, más tarde, a la sociedad entera?”). Durante todo este capítulo se describen muchos aspectos de la vida de Facundo: sus vicios, su violencia, su malhumor, su responsabilidad y, sobre todo, su incapacidad para soportar la disciplina. Facundo “se sentía llamado a mandar, a surgir de un golpe, a crearse él solo, a despecho de la sociedad civilizada y en hostilidad con ella”, lo que bien le prodiga la caracterización de Sarmiento del “gaucho malo” (“Este hombre divorciado con la sociedad [...] que habitan las poblaciones”). Todo este retrato que Sarmiento hace de Facundo está enmarcado por el respeto y la admiración que éste le genera, como se advierte cuando dice: “en todos sus actos, mostrábase el hombre bestia aún, sin ser por eso estúpido y sin carecer de elevación de miras”. De esta manera, Facundo queda caracterizado como astuto pero bestia (como Rosas); con esta astucia es que se impone a los ignorantes y a la gente vulgar: el miedo, el terror y la violencia son su forma de gobierno.
En el capítulo XIII `¡Barranca-Yaco!' se muestra a un Facundo con un poder total sobre ocho provincias del interior, en donde es importante y, por lo tanto, peligroso enemigo de Rosas, con su poderío establecido en Buenos Aires. Este Facundo, una vez que se muda al `territorio de Rosas' sufre una especie de metamorfosis, que lo lleva a comportarse de una manera mesurada, con un aire “noble e imponente”. En la ciudad, “compra seiscientos mil pesos de fondos públicos; juega a la alta y baja; habla con desprecio de Rosas”. Facundo mantiene dentro suyo su espíritu dominante, sin embargo sabe que en Buenos Aires su influencia no es la misma que en el interior, por lo que controla sus actos.
Cuando en diciembre de 1835 se le pide a Facundo que intervenga en las enemistades de algunas provincias, debe abandonar Buenos Aires, y se despide de ella con un saludo casi profético: “Si salgo bien - dice, agitando la mano - te volveré a ver; si no, ¡adiós para siempre!”. Así parte, y a la media jornada de trayecto , ya en el campo, su ambiente verdadero, Facundo se `transforma' frente a dificultades que se presentan: “la brutalidad y el terror vuelven a aparecer desde que se halla en el campo, en medio de aquella naturaleza y de aquella sociedad semibárbara”. Al llegar a Córdoba, le advierten que está todo preparado para asesinarlo, que le conviene volver por el camino de Cuyo, con una gran custodia. Desoyendo esto, continúa su camino, “lima las asperezas” entre las provincias y comienza su retorno por el camino de Córdoba. Ya de vuelta le reiteran el boicot que lo va a matar (a él y a la gente que con él estaba). Sin embargo, y sacando a relucir su temeridad y desafío a la muerte, continúa su marcha (“No ha nacido todavía[...] sin cuidado”). En Barranca-Yaco muere Facundo, asesinado de un balazo en el ojo.
Sarmiento, con un dejo de ironía, acusa a Rosas de ser el autor intelectual del crimen de Quiroga. Sin embargo, dice: “La historia imparcial espera, todavía, datos y relaciones para señalar con su dedo, al instigador de los asesinos...”.
“...Rosas, su heredero, su complemento: su alma (la de Facundo) ha pasado a este otro molde, más acabado, más perfecto; y lo que en él (en Quiroga) era solo instinto, iniciación, tendencia, convirtióse en Rosas en sistema, efecto y fin”.
Esta es la primera alusión a Rosas en Facundo: es claramente una ironía y una crítica, lo que va a reflejarse a lo largo de todo el texto. Es también un discurso descalificante cuyo fin es desmoralizar al discurso de Rosas y sus seguidores, utilizando recursos retóricos pertinentes.
Sarmiento desprecia a Rosas, y en su relato lleno de pasión se permite calumniarlo abiertamente (“Rosas, hijo de la culta Buenos Aires, sin serlo él; por Rosas, falso, corazón helado, espíritu calculador, que hace el mal sin pasión...”) y criticarlo en todo lo que le es posible (“organiza lentamente el despotismo con toda la inteligencia de un Maquiavelo”). Sin embargo, este monstruo que es Rosas tiene una inteligencia privilegiada, que le da la capacidad para gobernar, primero en Buenos Aires, después, en toda la república. Mediante esta aseveración se ve una marcada ambigüedad que rige a todo Facundo. Es decir, no hay una constante oposición a Rosas, sino que hay un intercambio de cualidades positivas con otras negativas (concesión), si bien estas últimas son más comunes.
Sarmiento habla de la “grandiosa expedición” para expandir los límites de Buenos Aires que Rosas lleva a cabo: los comentarios están cargados de críticas e ironía (“una poderosa expedición de que él se había nombrado jefe”). Sarmiento muestra así cómo el calculador del “Restaurador” prepara la escena mediante la cual genera, con sus comentarios y órdenes contradictorias, el desorden en Buenos Aires.
De esta manera retorna y toma el poder, con el agregado de Facultades Extraordinarias y la Suma del Poder Público, palabras cuyo alcance y significado sólo el entiende.
Así como con Facundo, Sarmiento justifica su conducta por la influencia que tiene el ambiente sobre el riojano, trata de buscar una explicación similar para Rosas. Lejos de ser compasivo, Sarmiento lo justifica diciendo que Rosas es un típico ganadero, y todos sus comportamientos en el gobierno y con los gobernados tienen un paralelismo con un ganadero y su ganado. Pidiendo perdón a Dios en caso de estar equivocado (“Dios me perdone si me equivoco”), Sarmiento llega a comparar las estrategias de Rosas con las de la Inquisición.
Al hablar de Rosas, el discurso de Sarmiento es netamente polémico. Dicho discurso, por su naturaleza verbal, implica un intercambio, en el cual se confrontan dos textos. Dentro del campo especulativo que aborda Sarmiento, el contradiscurso es citado con el fin de refutarlo, es decir, Sarmiento toma las palabras de Rosas y de sus partidarios para volverlas en su contra. Esto es lo que Arnoux denomina “falsificar la palabra del otro” o bien “formulación a contrario”.
Luego de explicar el mapa de acción (todas las cosas que hizo Rosas para acumular el poder), Sarmiento finalmente dice el objetivo principal del “tirano”: “la reconstrucción del antiguo virreinato de Buenos Aires”.
La República Argentina está caracterizada en Facundo de una manera muy dura y detallada. La primera frase en la que aparece es ya una crítica: la tilda de mujer y, por lo tanto, de cobarde, y de tigre, por lo sanguinario (“un día vendrá [...], Nuevo Mundo”).
En la introducción evoca a la República Argentina como un país que llama la atención de Europa por sus particularidades en cuanto al gobierno y la situación interna: muchos europeos han tratado de estudiarla, pero se han quedado en lo superficial, alegando que “es un volcán subalterno, sin nombre, de los muchos que aparecen en la América, pronto se extinguirá”.
Con respecto a España, Sarmiento la considera atrasada y retrógrada: si bien es bueno mirar hacia Europa, no se debe aspirar a ser como España, aquel país anticuado que nos conquistó. Para Sarmiento, los problemas que tiene Argentina en lo que se refiere a la falta de progreso e involución se la debemos a España. Puede aplicarse entonces el dicho “hay que ver el árbol para entender los frutos”. Esto es, en definitiva, lo planteado por David Viñas en su libro Literatura argentina y realidad política: la hispanofobia, que consiste en la visión de España como lo retrógrado y tradicionalista. También se manifiesta, como cita Viñas, el dilema progresismo-tradicionalismo, siendo la visión de Sarmiento meramente progresista.
El capítulo I de Facundo consta de una descripción del aspecto geográfico de la República Argentina, vital para Sarmiento, quien piensa en la conducta de los seres humanos con relación al ambiente que los rodea. Es por eso que analiza las disposiciones del terreno y la consecuente distribución de la población, y dice que “el mal que aqueja a la República Argentina es la extensión...”. Por esto, van a haber poblaciones separadas de otras por miles de kilómetros, que van a impedir que haya algún tipo de progreso porque, además de todo, los ríos no están navegados. Entonces compara la navegación aquí con la de Estados Unidos y otros países que sí la aprovecharon.
Ya en Buenos Aires, describe al gaucho típico con total dureza: es un vago que no sabe hacer más que descansar y desdeñar las ventajas que la naturaleza le ofrece. De la ciudad, dice que la gente está constantemente mirando hacia Europa.
En el capítulo XIII `¡Barranca-Yaco!', la situación del país ha cambiado. Rosas ha emprendido su campaña para sacar a los indios del sur de Buenos Aires; Quiroga tiene poder sobre ocho provincias del interior; “la paz es ahora la condición normal de la República, como lo había sido antes un estado perpetuo de oscilación y de guerra”.
Alrededor de 1834, Rosas seguía su expedición y los conflictos en Buenos Aires eran cada vez mayores, por lo que cuando vuelve del Sur y se le acaba el período de gobierno la gente le pide por favor que tome de nuevo el poder.
Entonces, lo que plantea Sarmiento con respecto a la Argentina dominada por Rosas es que, si bien él (Rosas) se hizo del poder con toda una estrategia astutamente planeada, la gente se “sometió” a él quizás por ignorancia, quizás, como dice en la introducción (pero hablando de España), “pidiendo a gritos que le impongan el yugo, que parece ser su condición y su modo de existir”.
Bibliografía consultada
Arnoux, Elvira. Polifonía
Carpetas personales
Sarmiento, Domingo F. Facundo. Buenos Aires, Altamira, 1999. Cap. “Introducción”, I, II, V, XIII, XIV.
Veiravé, Alfredo. Literatura hispanoamericana y argentina. Buenos Aires, Kapelusz, 1973
Viñas, David. Literatura argentina y realidad política. CEAL
Zanetti, Susana; Pontieri, Margarita. Facundo y Recuerdos de provincia. Buenos Aires, CEAL, 1979.
Facundo

El lenguaje libra Batalla

Claudia Piñeiro para LA NACION
Las palabras que elegimos para nombrar no son inocentes. Existe un efecto ideológico del lenguaje, que es explotado por algunos e ignorado por otros. Cuando Mauricio Macri dice, refiriéndose a la toma de colegios en la ciudad que gobierna, "uno no puede ni tomar una Coca-Cola que no esté en su heladera", opera ideológicamente. Además de equiparar el verbo "tomar" con "agarrar" y "robar", parte de la base de que quien recibirá su mensaje podrá decodificarlo "desde el sentido común" ya que tiene heladera, toma Coca-Cola y es capaz de condenar, como él, la toma de colegios como manifestación política.
Sólo algunos actores dentro de una sociedad pueden usar el lenguaje para sostener su posición. Para el resto queda, con tiempo y esfuerzo, advertirlo y resistir. Tres ejemplos
El primero, año 1983. Cuando el país regresó a la democracia, empezamos a nombrar el pasado reciente como "el Proceso". Llevó un tiempo darnos cuenta de que ése no era el nombre adecuado. ¿Qué proceso? Ningún Proceso de Reorganización Nacional. Lo que vivimos fue una dictadura militar y así había que nombrarla. Aunque el cambio de una expresión por otra no sucedió de la noche a la mañana. Poco a poco, muchos fuimos abandonando el uso de la palabra "proceso" y adoptando el uso de las palabras "dictadura militar". No todos lo hicieron. Pero hoy, en 2010, quienes nombran al período de la historia argentina que va de 1976 a 1983 de una forma o de la otra toman (otra vez el verbo "tomar") una postura política. Ya no es inocente llamar Proceso a ese período. Las palabras trazan una línea y está bien que así sea.
El segundo ejemplo es reciente. La sociedad discutía si se le daría o no derecho a contraer matrimonio a una pareja formada por dos mujeres o por dos hombres. "Ley de matrimonio gay", empezamos llamándola. Pero a medida que pasaban los días, cambiamos el nombre y elegimos llamarla "ley de matrimonio igualitario". ¿Por qué? Porque no se trataba de una ley que regulara el casamiento de la comunidad gay (lo que habría sido discriminatorio), sino de asimilar a esas parejas a la ley de matrimonio existente. El mismo matrimonio para todos. Hablar hoy de ley de matrimonio gay implica una discriminación que, en el mejor de los casos, puede ser todavía involuntaria. Esta evolución del lenguaje no está tan consolidada como la anterior. Llevará un tiempo, pero el modismo también caerá en desuso y se trazará otra línea.
El tercer ejemplo es tan actual que estamos parados sobre él. Escuchamos a diario la frase "a favor del aborto" o "pro aborto". Lenguaje que juzga e intenta que el mensaje sea decodificado unívocamente: "pro aborto = asesino". Nadie es pro aborto; las mujeres que quedan embarazadas y deciden interrumpir su embarazo seguramente preferirían no haber quedado embarazadas. Pero ante el hecho consumado del embarazo no deseado, de lo que se trata es de poder elegir. Por eso se está a favor o no de "la despenalización del aborto", de la "legalización del aborto", no del aborto. Y esto no es menor. Ni mucho menos inocente. Cuando escuchamos decir: "Jueza a favor del aborto", o "la Iglesia condena la postura pro aborto de Fulano de tal", debemos tener en claro por qué se elige decirlo de esa manera: no sólo para descalificar, sino también para evitar la posible discusión de la ciudadanía sobre el tema. ¿Quién se sentiría capaz de decir: "Yo soy pro aborto"? En cambio, muchos más estarían en condiciones de cuestionarse si están a favor o no de la despenalización del aborto. Discutir si en la Argentina una mujer sin recursos económicos debe o no tener acceso a la interrupción de un embarazo no deseado con las mismas medidas de higiene y seguridad con que hoy lo hacen en el mismo país las mujeres que tienen dinero.
Hace un tiempo, vi un programa de televisión en el que enfrentaron a la madre de una discapacitada violada, a la que un juez no le permitía abortar, con una mujer que pertenecía a una institución que abogaba por prohibir el aborto en todas las circunstancias y para todas las mujeres. Esa mujer llamaba "abuelita" a la madre de la chica violada y embarazada. Lo decía con un tono suave, hasta cariñoso. La madre de la chica violada entendió rápidamente qué trataba de hacer esa mujer con el uso de esa palabra, y supo defenderse. "A mí no me llame de ese modo; yo no soy abuela de nadie", dijo.
Las palabras son poderosas. El lenguaje libra batalla. Puede ser una vía de dominación, pero también de resistencia. Cuando un discurso apela al "sentido común", no se nos permite pensar cómo son o funcionan las cosas, sino sólo si se adecuan o no a un sistema preexistente y hegemónico. Equiparar la toma de colegio con tomar la Coca-Cola de una heladera, o llamar "abuelita" a la madre de una chica embarazada porque fue violada intentan eso.
El análisis crítico del discurso debería ser una materia obligatoria desde la escuela primaria. Así tendríamos herramientas para resistir desde el lenguaje.
© La Nacion
La autora es escritora. Su última novela es Las grietas de Jara